Han pasado casi cinco meses desde que envié una carta por aquí. Hola. Te extrañe. Te pensé. Me odie por dejar esto. “Otra cosa que dejas a la mitad”, “otro proyecto que botas sin más” era cosas que retumbaban en mi cabeza.
He aprendido a abrazar mi naturaleza cambiante sabes? esos cambios de trama, decisiones locas, re-calculadas de vida. Voy. Vengo. Soy. Dejo de ser. Sueño. Dejo de soñar. Estoy. No estoy. Simplemente asi soy.
Y no porque no tenga sentido de compromiso o responsabilidad, pero pocas cosas me importan lo suficiente como para mantenerme, pero aquello que me importa, me tiene. Y no me tiene como un rehén, sino como aquello que me marcó y me pertenece. Pertenecemos a todo eso que nos ha marcado.
A menudo en mi vida me cuestiono si me estoy aferrando o estoy huyendo, dos extremos en los que siempre he bailado. El aferrarme a algo solo por el orgullo de cumplir lo que dije que cumpliría, aunque en el fondo desee correr lejos de esa tontería. O el huir por razones que a veces no entiendo aunque en el fondo no quiera hacerlo. Muchas veces en mi vida he huido, por miedo, por culpa, por no saber que más hacer. He tomado maletas y huido sobre las nubes a cualquier esquina del mundo.
He aprendido a diferenciarlas con un juego: me imagino la vida con o sin eso. Con o sin esa decisión, o relación. La que me de paz es la que elijo. Así es como se. Paz.
Resulta que estar sin las cartas me dejaba sin paz. Estos meses vivi tantas cosas y más de una vez me encontré con los dedos sobre el teclado, deseando plasmarlo en letras y darle enviar. No lo hice. Sentía vergüenza de haberme fallado, de prometerme constancia con algo y dejarlo.
Una de mis mayores constancias ha sido ser inconstante.
Decidí que si algo me rondaba tanto la mente no era por azar. Si algo me cosquillea el alma quizá sea por algo más. Y escribir es eso para mi. No solo en mis diarios. Una vez que empecé a compartir lo que escribo y creaba impacto en los demás no hubo marcha atrás. Supe que había dado con algo importante sin más. Algo que inicio como una sugerencia de una amiga, y antes como cartas de papel en mi cuarto, se volvió por todo el 2023 en ALGO. Cada viernes ir por un café helado y volcarme sobre el teclado. Ese ritual extraño.
Hoy tengo demasiada libertad en mi vida y es abrumadora a veces. Lo se, puede que leas esto y digas “imbecil, lo que mas ansió es mi libertad”. No me malentiendas, es hermosa. Pero es retadora y eso nadie nos lo cuenta. A veces no tengo algo específico a lo que pararme en la mañana. O una agenda que llenar para antes del siguiente alba. A veces me siento en realidades muy diferentes a los míos, todos con sus trabajos fijos y agendas apretadas y deseosos de un fin de semana. Y eso me hace sentir un tanto extraño.
A mi nadie me contó que hacer con tanta libertad. Las cartas eran un ritual, algo que me daba cierta estabilidad. Claridad. Algo por lo que pararme y de mi agenda tachar. Hablo de todo el proceso, desde escribir, pensar, pulir, rimar, publicar, recibir el feedback y descansar.
Volví. Y no me fui por estar mal, sino todo lo contrario: estos últimos meses he avanzado lo de vidas, he cumplido sueños que juraba ni en dos siglos, he cambiado de piel a una que disfruto demasiado, aunque sin aferrarme, ya sabemos que eso no me dura. He vivido. Disfrutado. Sido.
No importa cuanto tiempo haya pasado, cuantas cartas se quedaron escritas y jamas enviadas. Lo único que importa es recordar que nunca es tarde. El mejor momento siempre será ahora. Recuérdalo siempre. Tomamé como una señal.
Estoy en Nueva York, sentado en una cafetería (la frase mas de película) que ha sido mi favorita y oficina. He estado viniendo a la misma, supongo porque entre tanto ir y venir de mi vida, tener un mismo lugar me hace sentir más en calma. Llegue hace una semana que se sienten como tres. Llegue a esta ciudad que por partes me tiene encantado, con sus enormes edificios, largos puentes y pantallas gigantes. Pero Nueva York me recibió solo como es el: fuerte. Rápido. Intenso.
Llegue a un apartamento que rente para un mes. Las fotos eran divinas. La realidad era distinta. Un viejo y sucio edificio, una puerta rota, más basura de la pude contar, gente que intento entrar a las 3:00 am. Salí corriendo. No me devolvieron mi dinero. Decidí que no me importaba. Al menos salí con vida de ahí.
Bienvenido a mi vida.
Ahora me estoy quedando en otro sitio, mucho mejor claro. No como lo planee, pero rara vez los planes exactos llegan a suceder. No se cuanto tiempo estaré aquí y eso me emociona, a menudo me recuerdo que soy joven, no tengo que tener todo descifrado, puedo ser un tornado, puedo volar alto.
Mi cabeza va muy rápido tratando de poner en palabras lo que he vivido y en quien me he convertido desde la ultima carta, ahí te va:
Cerré el 2023 en el Caribe, la ciudad que es un amor-odio continuo, más amor que odio, la ciudad que aunque odio el calor, su brisa marina y humedad sofocante me abrazan con amor. En Enero y Febrero mi trabajo dio muchos giros: cree un curso que soñaba con crear, ha sido un exito total, y con humildad puedo decir que estoy demasiado orgulloso. Creo que hay pocas cosas que se asemejan a sentirte orgulloso de algo que creaste, sacarlo al mundo y decir “ten, ya no es solo mio, es nuestro”
Mis redes sociales crecieron mucho, ahora tengo miles y miles de ojos sobre mi, lo cual no me asusta. Me emociona.
En Marzo cumplí años y fui al bosque. A inicios de este mes viaje a Oaxaca con una de mis mejores amigas. Una de esas personas que son un regalo de la vida. Oaxaca es un lugar lleno de magia. Estuve en terrazas hermosas, y baile en el centro, y me acosté bajo arboles y vi atardeceres y reí risas muy fuertes. Fueron los mejores días de Abril.
Volví a leer como cuando tenía 15: este año me rete a leer 50 libros. Llevo 17.
Ahora estoy en Nueva York. Vine por café y solo dije “fuck it”, voy a mandar una carta. Voy a volver. Porque esto me importa lo suficiente como para hacerlo. Porque como te dije: me importan pocas cosas, pero en esta lista estás tu y la escritura.
No importa cuntas veces te vayas de lo que te importa, siempre regresa. A ti. A lo que amas. A lo que anhelas. Vuelve.
Volver a hacer lo que amamos nos regresa a quienes somos.
Ahora me dispongo a vivir mi presente mientras pienso un poco que sigue. Quedarme más en NYC? Girar el volante y regresar al Caribe? a veces extraño el mar y el sol caliente. ¿Vagar por el mundo?. Aprender que hacer con tanta libertad. Aprender a darle el mejor uso. No desperdiciar un segundo.
Espero esta carta te haya encontrado bien, te haya de algún modo dado gusto volver a recibirla como a mi escribirle. Volví. Nunca me fuí. Y volví para quedarme. Nos lo prometo.
Se que hay quiene se suscribieron hace poco y no sabrán que es esto: las cartas son eso. Cartas. De un amigo, de la vida, de alguien que tiene mucho que decir y cree en el poder de las palabras. Que ama leer y sueña con darle al mundo algo que leer.
Aquí solo soy Abner, no Abner canalizador de ángeles, o Abner coach de manifestación, o Abner Instagram. Solo soy Abner. Sin cara, sin voz, solo letras.
Gracias si abriste este correo después de tanto. Te quiero. Y nos leemos pronto.
Love, Abner
Xo desde Brooklyn
🥹🫶🏼 Amoooo....gracias, yo también estoy volviendo y re-iniciando.
Tu carta irradia aceptación y compasión. Te leo. Saludos