Vi a alguien que se parece a alguien que mi hirio. Se sintió como si la vida se pusiera en pausa. El cuerpo débil y con ganas de rendirse. Como si también me quitaran la vida por un momento, o quiza eso deseaba
No quiero
No puedo
No respiro
No esto
No de nuevo
Apaguen todo
Quiero dormir hasta invierno
Y evitar este miedo
(PTSD severo)
Porque a menudo pienso que ya está. Ya terminó. Ya el tema se cerró. No volveré a sentirlo. No volveré a llorarlo. No volveré a atravesarlo. No volverá a lastimarme y estaré entero.
Y me equivoco un poco. Y con el me encuentro de nuevo. Porque como nada es lineal
Lo mismo aplica a la herida
y a la vida misma
Viene y va. Rompe y arma. Es no es. Esta y deja de estar. Aparece y re-aparece. Toma y suelta
Acabe sentándome bajo los árboles. A solo respirar. Ni siquiera para controlarlo, solo atravesarlo. Cada temblor, cada tensión, cada bostezo desenfrenado que mi cuerpo hace en un intento de regularse. Cada lágrima que se escapa.
Volví al que ha sido mi apartamento en Paris más calmado pero duró poco. Solo dejé de contener el mar. Como dijo mi terapeuta “si. Tu también eres terapeuta, y eres muy muy fuerte y te has rescatado toda la vida, es más, tu vida se ha tratado de rescatarte a ti mismo. Pero a veces no tienes que rescatarte. O sostenerte. Suelta. Exhala. Déjate ir”
Me he aferrado toda la vida a mi mismo. A mantener todo junto. Como si supiera que si soltara solo un poco, las piezas caerían como locas. Y quizá pierda la cabeza. Y eso me tiene cansado. Quizá requiero que las piezas caigan sin control. Quizá requiero de toda la energía que uso en sostener todo en su lugar para por fin volar. Quizá todo este tiempo la vida no me pedía aguantar. Con cada ola que venía no era una invitación a sostener más, a clavar más las manos mientras pasan los años.
Quizá todo este tiempo me han dicho: suelta. Que se rompa. Piérdela un poco. Deja de querer tener todo bien todo el maldito tiempo. Deja de ser fuerte cada momento. Confía en mí. Entrégate. Ríndete. Desacomódate. Riégate. Haz tsunami.
Eso hice. Y se siento tan bien.
ACTUALIZACIÓN:
Escribí eso hace días. El 29 de marzo. Hoy es 7 de abril y me siento muy distinto. Estoy distinto. He estado viajando por Europa. Paris, Roma, Venecia, Lake como, Milan y estoy de vuelta en París, escribiendo en el balcón de una nueva amiga que me abrió las puertas de su casa y de solo pensarlo se me hincha el corazón de gratitud. La luna sobre mi, sol la perrita, a mi lado como si fuésemos viejos amigos. El frío de la noche.
He vivido los días más hermosos que he vivido en mucho tiempo. He visto los paisajes más hermosos. He comido la comida más deliciosa. He dormido cada día en camas distintas. En trenes y aviones. Perdí mi maleta y hasta reemplacé toda mi ropa y sólo me reí del tema. He reído lo más fuerte que he reído en un rato. Me he sentido lo más calmado que mi cuerpo ha estado en un buen tiempo. He generado más dinero que en mucho tiempo. He estado más vivo que en mucho tiempo.
Han pasado muchas cosas maravillosas que en mucho tiempo no pasaban.
Se que fue porque solté. Me dejé ir, como te lo dije. deje que las piezas se desacomodaran. Deje que el mar pasara. deje de querer tener todo pegado y haciendo sentido. Deje de sostener lo insostenible.
Y como leí hace poco “la gracia de Dios no es equivalente a la tuya. Tú sueltas aunque sea un poco y te recompensan un millón de veces más. Ese es el amor”
he soltado mucho sin darme cuenta, y no me he dado cuenta porque ha sido tan ligero. Estaba acostumbrado a que soltar fuera sinónimo de algo traumático. Siempre soltar cuando no quedaba de otra, porque ya quemaba, porque mataba. Siempre soltar desde el drama.
Esta vez no.
He soltado desde otro lugar muy distinto. uno de entrega y gratitud. Solo yo diciéndole a Dios “te doy esto, tú sabes dónde ponerlo”
Si si, hay dolor, pero no hay drama ni sufrimiento. Aprendí que es distinto.
Hoy en teléfono con mi mamá noté que me hablaba como si tuviera miedo de romperme. Se lo dije “te sorprendería pero me siento lo más fuerte que me he sentido en mucho tiempo”
Y así es.
Solté y solté, y el espacio se ha llenado de París y atardeceres y pan de chocolate y rosas y pláticas profundas y caminatas de horas y poemas y paz. Paz. Paz.
Eso es lo que más me sorprende. Mi paz. Literal solté una granada y mi vida estalló. Y me siento en paz.
Quizá porque en el fondo
y confieso
no me aterraba que sucediera la explosión
En el fondo
Me aterraba la no explosión.
— Abner