Un mojito incómodo y un experimento conmigo
sobre una noche horrible, solitud, relaciones y evoluciones.
Algo que me encanta de las cartas es que cuento cosas que en ningún otro espacio podría. Ni en mis talleres, ni mi podcast ni otro lado. Aquí, escribiendo es donde quiero contar lo más personal, que muchas veces se vuelve lo más universal.
Vengo regresando de una noche que catalogo como horrible. Pero con un final hermoso. 2:29 am. Me duele la cabeza. No sé si sea por mis mojitos y mi falta de tolerancia al alcohol o sea por lo que paso. Empecemos por el verdadero comienzo.
Desde hace un tiempo que me entregue a mi proceso interior. A sanar, a conectar conmigo y con mi vida. Hacerla mía. Y en ese proceso me aleje un poco de los otros. Deje ir muchas relaciones que se sentían pesadas o forzadas, aunque las noches de fiesta fueran divertidas. Se sentía todo de papel. Nada real.
Pase un tiempo de soledad cerca del mar, veía a un par de personas aquí y allá pero mi energía no me daba más que para estar conmigo en soledad. Y eso hice. Fue duro, yo no sabía estar solo ni conmigo, fue un gusto adquirido. Pase de ser el chico que iba de fiesta tres días seguidos y tener planes y planes, a ser el chico que daba talleres y pasaba su fin de semana en cama leyendo o viendo series. Que hacia todo con alguien a escribir en un café solo. Que hablaba diario con gente a pasar un día solo en la playa.
Con el tiempo, la incomodidad se suavizo, el sentirme un raro por no tener plan con alguien desaprecio, dejando espacio a buscar dejar de ausentarme de mí mismo. Y admito que una parte de mí se hizo adicto a la soledad, a la paz que me daba, a la libertad que me ofrecía, a la quietud, al silencio.
Encontré algo invaluable: yo
Me quede con un par de amigos leales que nos amamos, que cada que los veo mi vida se llena de vida.
Hace relativamente poco decidí que quería abrirme a más personas, a formar nuevos vínculos, a explorar las partes de mí que en soledad conocí con alguien y compartir. Ha sido interesante ese experimento. A traído resultados bellos e incómodos, desde extraños que se vuelven cercanos, a salidas que estando ahí busco la forma para regresar a casa conmigo. Desde viajar por Oaxaca con una recién conocida, a visitar a alguien en Madrid y recorrer medio mundo.
O como hoy, que conocí nuevas personas y acepte una salida por unos mojitos, sin saber que un personaje incómodo aparecería, de la clase que les gusta lucirse, gritar y llamar la atención, y manejan como locos porque quiza creen que el pene les crecerá mientras aceleran jajaja y ponen incomoda a la chica con la que van, y lanzan comentarios misóginos y la tocan frente a todos y se las dan de muy inteligentes emocionales por haber ido a terapia dos veces.
Notaba sus miradas sobre mi cargada de juicios, y me deje jugar el juego. Qué creyera que en serio me convencía, que le creía todoooo lo que decía. Yo me divertía escuchándole. Aunque luego mi paciencia se agoto y solo quería irme.
Y al inicio me frustre de que mi intención de salir más y conocer a más personas fuera fallido. Pero no hay falla. Porque en esa mesa y frente a ese tipo, me recordé hace un par de años. Rodeado de gente de papel, en conversaciones de papel, forzando una risa. Y una segunda salida.
Hoy en seguida supe sentirme, sentir mi falta de comodidad, sentirme ajeno, sentirme plástico, no porque el sujeto y los otros sean equivocados, solo porque ya aprendi a sentir cuando mi energía no quiere estar. Porque estoy aprendiendo de coherencia, a ser coherente y fiel a la vida que quiero vivir. Y estoy aprendiendo no sentirme mal cuando me retiro de lugares y personas que no se sienten como esa vida.
Qué importante, saberte ir para poder llegar, saber soltar para dejar llegar, saber decir no para poder decir sí, saber estar solo para amarte y poder vincularte por gozo, no por ganas de ausentarte.
Por esa parte estoy orgulloso de mi, y abrazo a mi yo de antes que no supo hacerlo mejor. Que se metió con gente que igual me humillaba para ser “chistosos”, que creía que un tipo que toma diez cervezas y fuma dos porros era lo máximo.
Qué rico ha sido estar conmigo, habítarme, y así sanarme, validarme, expandirme, abrazarme y valorarme. Y desde ahí, dejar de conformarme. No me preocupa subir mis estándares porque el universo me encuentra ahí. No me agobia saber lo que pido, porque pido lo que me doy a mí mismo. No me molesta estar solo, porque estoy conmigo, y si estoy conmigo, atraigo a quienes vibran bonito.
Ayer alguien en mi gimnasio me dijo: irradias mucha luz y buena vibra.
Me costo creerlo pero si, hoy lo sé. Me ha costado mucho reconocerlo. Pero hoy lo sé.
Y se, que mientras más autentico y leal me sea, más brillo y por ende, más llamo lo que es para mí. Y lo que es para mí, quien es para mí, se siente bonito. Como cuando entro al mar. O tomo mi café frio. O escribo en mi diario. O veo el sol entre las hojas del árbol. O escucho mi canción del momento. Esa es mi vida y solo quiero más de eso.
Gracias por leerme. Si hoy estas rodeado o tienes aunque sea a una persona que es luz en tu vida, agradécele su vida. Yo la tengo y ella sabe quien es. Leeras esto. Te amo.
Y si estas en periodo de soledad, es tu oportunidad. Síguete conociendo, síguete habitando, no te ausentes de ti ni de tu vida, sigue descubriendo quien eres y quien quieres ser y vive desde ahí, y pronto llegaran personas igual de conectadas a si mismas que tu. Ya verás.
Me voy a dormir después de una noche horrible pero al final, siempre hay magia que mirar. Creo ya acostumbre a mi cabeza a eso. Que paz.
Love, Abner