Me gusta decir que mi primer trabajo fue como cuidador de aves. Lo hacía casi todos los días, a la misma hora y con la misma persona. Era casi un trabajo.
Yo crecí con mi abuela materna, L. Mis papás trabajan y ella accedió a cuidarme. No recuerdo mucho de su casa, o de nuestros primeros momentos juntos, pero recuerdo sus ojos cariñosos, recuerdo su cabello corto y chino que me causaba ternura, recuerdo sus manos arrugadas, su voz suave, su amplia sonrisa, recuerdo la mancha en su mejilla, recuerdo que veíamos muchas películas, recuerdo ver muchas veces la bella y la bestia.
Recuerdo los pájaros del jardín, siempre guardados en su jaula. En aquel momento no entendía lo cruel de tener pájaros en una jaula. Era muy pequeño. Recuerdo a los pajaritos, recuerdo que mi trabajo era darles de comer y “ayudar” a limpiar su jaula. No recuerdo con exactitud a las aves pero recuerdo la fascinación que sentía por ellas. Recuerdo emocionarme de volverlos a ver, de verles comer y oírles cantar y de ver la sonrisa de mi abuela viéndome verlos.
Ese era mi trabajo. Y mi paga era ir a McDonalds por hot-cakes y mucha miel de Maple. Estoy seguro que por poco me acabe la miel de sus bodegas. Solo mi abuela y yo, comiendo hot-cakes por el mundo. Todo era perfecto.
Hasta que un día me despidieron.
Mi otra abuela, totalmente contraria a mi abuela, sin ojos cariñosos y sin voz suave estaba de visita en el sur. "No es sano que un niño solo este con su abuela todo el día cuidando pájaros” dijo. Mi padre, que siempre ha acatado sus ordenes no dudo. Me sacaron de mi trabajo, deje de ver a los pájaros, deje de comer hot-cakes con mucha miel.
A partir de ese día ella me dio mala espina. Y hasta la fecha.
Empecé a usar una mochila en la espalda, — al menos era de Mario y eso me gustaba— y empecé a ir a una guardería, donde parecía un campo de guerra. ¿Viste toy story 3? donde la guardería es un infierno?, bueno, eso era. Todos se peleaban los juguetes, todos gritaban, todos mordían y pegaban. Recuerdo la vez que un niño grande me mordió en la espalda hasta dejar marca. No sé cómo diablos eso sucedió.
La guardería se llamaba: “mis angelitos”, me gusta creer que desde ahí me avisaban de mi futuro… eso es para siguientes capitulos.
Recuerdo llorar y pedir no regresar, y recuerdo a mi papá decirme qué aguantará con frialdad. Recuerdo un día llorar y derrumbarme en el sillón de mi abuela con la cara metida en el respaldo de madera oscura, recuerdo la voz de mi abuela hablando con mi papá, diciéndole que no era justo para mí. Recuerdo sentir que mi papá no me escuchaba. Como si me estuviera castigando por algo. Recuerdo a mis primos mayores decirme que no era lo suficiente hombre para aguantar. Que era una niña y que con más razón debía de quedarme. Recuerdo sentirme en peligro y solo.
Mi papá acepto. No sé si por mis lagrimas o a las de mi abuela. O la mordida en mi espalda. O quizá porque ya no estaba su mamá para mirarlo con ojos de desdén. No volví a la guardería, no volví a ver al niño que mordió mi espalda. Tampoco volví a mi empleo de cuidador de aves ni volví a comer hot-cakes con mucha miel de Maple. Ya era tiempo de irme a la escuela. A un nuevo empleo. Tampoco es que yo tuviera muchas ganas.
Seguí recibiendo risas de mis primos por no haber aguantado, por haber sido “débil” y no defenderme. Seguí extrañando a los pájaros, seguí extrañando la miel, pero en el nuevo mundo que me habían metido eso ya no cabia. Ya era tiempo de “crecer”
Yo solo rezaba que la escuela no fuera tan mala como esos niños, o como mis primos… y que tuvieran hotcakes de comer.
No tenían.
Para compensar, mi mamá compraba unas tiras de pan francés congelado en Costco muy buenos y le poníamos mucha miel. No sabia tan bien como la otra pero opte por no decir nada. No la veía mucho pero cuando me hacia esas tiras de panes algo en mi sentía que las hacía con mucho amor. Quizá no eran tan buenas esas tiras de pan, o esos hotcakes, era con quienes lo comía que hacia supieran tan bien.
Resulto que la escuela no era tan mala, algo aburrida por momentos, con muchas reglas, con planas y cuadriculas. No había miel, no había pájaros, no podía usar plumas de colores ni brincar en los charcos que la lluvia hizo. *
Tiempo después mi abuela me dijo que los pajaritos se habían ido volando libres. No pude evitar pensar que me gustaría hacer lo mismo.
capitulo 2*