Todo lo que sanamos- me presento #1
el inicio de una historia y una nueva forma de escribirte.
Hola, me presento
Me llamo Abner, Abner Rivero. A menudo me preguntan qué significa mi nombre, significa “camino de luz” y me parece muy bello, aunque tenga que deletrearlo siempre.
Muchos me conocen por ser el chico que habla con los ángeles, que da talleres, que habla de manifestación, que ríe fuerte, que hace muchos chistes, que vive a corazón abierto, que es muy “a su manera”, o que es bajo de altura, con aretes y tatuajes en su cuerpo. Esos son adjetivos y formas de verme que me han contado.
Ninguna me molesta y ninguna es completa. Pues he aprendido que no soy mis títulos — y mira que tengo varios, soy todo un terapeuta certificado—, no soy mi nombre, no soy mi apariencia. Y a la vez, sí. Soy todo eso y más, soy lo que he sido, lo que soy y lo que aún no descubro que seré. Soy humano, por encima de todo.
Y no creo ser mi historia, no del todo, me gusta creer que soy lo que hice con ella. Al menos hasta este punto de mi vida.
Siempre he sentido una fascinación por las historias de las personas. Qué hemos vivido, qué cargamos, qué creemos saber, qué sentimos, como sentimos la vida, cómo todo eso nos ha moldeado y cómo — si así lo elegimos— podemos transformarlo.
Y siempre he creído en el poder de contar historias, de encontrarnos en el otro, de vernos en sus pasos, de inspirarnos, de cambiarnos, de sanarnos. Lo más personal muchas veces se vuelve lo más universal. Es donde conectamos. Dónde recordamos que nos hace humanos.
Yo amo a los seres humanos, amo las historias, amo lo que llevamos dentro, amo la calidad de personas que podemos llegar a ser. Por eso elegí dedicarme a lo que me dedico — o a lo que me dedico me eligió a mi—
He creado muchas cosas a partir de mi historia, he creado talleres, he creado cursos, he creado meditaciones, un podcast, cartas, dibujos y poemas, pero nunca he contado la historia. Irónico.
Decidí que quería contar mi historia, no porque sea la más trágica, o la más inspiradora o la más interesante. O quizá sí, dependerán los ojos. Pero es mía, y eso nadie me lo quita o refuta. Es mía, es lo que me ha hecho yo, y creo que esas son la clase de cosas que deben compartirse. Lo que nos ha hecho nosotros, lo que nos ha marcado, lo que llevamos en el corazón. Cómo hemos llegado a ser quienes somos. Esas son la clase de cosas que cambian al mundo.
Quizá te puedas ver en ella, o quizá no te identifiques para nada, no es relevante. Lo relevante es, si quieres acompañarme en esta historia, lo hagas y tomes lo que te sirva para la tuya.
Quiero abrir mi corazón y contar esta historia… más bien, historias. Dentro de una historia hay cientos de historias distintas. Y son las historias las que prevalecen en el tiempo, son las historias — y lo que hagamos con ellas— lo único que dejamos.
No tengo idea cuantas entregas de esta historia habrá, cuánto durará, quiero considerarlo un libro que iré escribiendo en la marcha. Siempre se me ha dado bien improvisar.
Conoces mis cartas semanales, quizá mis talleres, quizá mi rostro y risa, pero quiero contar la historia detrás. Quiero contar todo lo que sanamos, todos los que he sido.
Nos leemos en el siguiente capitulo, espero me acompañes en este nuevo viaje y una nueva forma de escribirte, que es un sueño cumplido, que es un reto, que me da miedo a y a la vez me emociona. Y creo que esa es una gran señal. ¿Será el inicio de algo más grande?
Love, Abner