Todo lo que sanamos- Lluvias y plumas #2
donde otros veían lluvia y aburrimiento, yo vi baile y posibilidades. Dónde otros veían planas y grises, yo vi curvas y colores.
Tercero de kinder era el grado que estaba cursando. No tengo tantos recuerdos nítidos, excepto por unos cuantos. Recuerdo que siempre me regañaban por platicar mucho, recuerdo que matemáticas y las planas me aburrían mucho y recuerdo siempre estar dibujando en hojas que me llevaba de mi casa.
Recuerdo a algunos de mis compañeros, quizá no sus nombres pero si sus rostros. Recuerdo mi capacidad de llevarme con todos. Recuerdo mi capacidad de alborotarlos y organizar los juegos en el receso. Recuerdo que todos querían jugar conmigo por alguna razón, y yo no entendía porque. Estaba acostumbrado a que en mi casa nadie quisiera jugar conmigo y yo me armaba mis propios juegos e historias. Era lindo que alguien más entrara a mis mundos imaginarios.
Recuerdo que las maestras me querían pero me regañaban a menudo, no de la peor forma pues dentro de los parámetros era buen alumno. Pero siempre me corregían algo, siempre me pedían que siguiera las indicaciones, yo no entendía qué era lo que hacia mal, al final era un niño y solo seguía mis instintos de niño: mi creatividad y mi búsqueda de divertirme. Eso a los adultos parecía enojarles.
Un día estábamos en el salón y afuera llovía mucho, en Cancún cuando llueve suelen ser lluvia torrenciales, y yo me alegraba de no sentir el calor sofocante de siempre. Recuerdo que todos estaban aburridos y enojados pues no habría receso en el patio, comeríamos en el salón y nada de pelotas o cuerdas. Yo nunca usaba esas, mis amigos y yo jugábamos a las traes o a ser personajes de Mario Bros, éramos más cool que el resto. Por supuesto yo era Yoshi, sí se preguntan.
Todos se quejaban, yo me entretenía viendo la lluvia, me hipnotizaba su sonido y el aroma que dejaba, le agradecía el fresco ambiente que me daba y el sentir “frio” por primera vez en mi vida caribeña. Me preguntaba qué se sentiría jugar bajo la lluvia.
“Es solo agua” le dije a la maestra.
“Es peligroso” contesto ella.
Todos sacaron su lunch, en mi caso solían ser Nuggets en forma de dinosaurio. En especial del T-rex, mi favorito. La maestra salió del salón por un momento, al baño supongo. La puerta estaba abierta y podía ver el agua dejandose caer contra el patio de juegos, llamándome. La curiosidad mato al gato. No lo dude, tome a mis dos amigos más cercanos y salimos corriendo a ella. Recuerdo el agua sobre mi piel y mi pequeño cuerpo, recuerdo abrir la boca para beber de ella, recuerdo como nos tomamos de los brazos y hacíamos una especie de danza y reíamos en lo alto, como si acabáramos de subir el Everest. Como si fuera el logro de mi vida. Me sentía lleno de vida.
“Estás loco” me dijo mi pequeño amigo. No recuerdo que conteste, pero recuerdo sus palabras. No me sentía loco en lo absoluto, salir a jugar bajo la lluvia se sintió natural para mí, divertirme se sintió natural, no hacer caso se sintió natural. No le veía la locura. Solo era yo.
La diversión duro poco, la maestra nos grito desde la puerta del salón. Mis amigos se veían asustados. “¿Qué están haciendo?!” grito. No recuerdo mucho más, solo que nos secaron con unas toallas grandes y me dijeron que no le dirían nada a mi mamá pues yo suelo ser un “Niño bueno” y me la perdonarían.
Recuerdo pensar que no entendía nada pues 1) Mi mamá nunca iba por mi y ella lo sabía así que 2) no le podrían decir — desconocía de la existencia de una llamada— y 3) no entendía que pasaría si le contaban. Yo solo me divertía, y de las pocas veces que veía a mi mamá, ella nunca me prohibía divertirme.
“Tu no eres así, tu eres bueno” me repitió la maestra.
Bueno.
Ese mismo año y ese curso, tuve un gran problema por unas plumas de colores. Recuerdo que teníamos que escribir una historia, un cuento de lo que quisiéramos. No recuerdo de qué lo escribí, pero recuerdo que la idea de usar lápiz como el resto me parecía aburrida. Todo gris y apagado. PERO ESO SE VE TAN TRISTE!!!
En casa, tome plumas de colores divertidos y escribí mi cuento a mi manera. Recuerdo que llegue a pensar que me felicitarian. “WOW qué bonito” me dirían. Mi texto era de todos colores, no solo gris y plano, era.. diferente.
Al día siguiente la maestra no me felicito. Me regaño. Como nunca me habían regañado. Le escribio una nota a mis padres en mi cuaderno, pidiendo que rehiciera mi tarea, que acatara ordenes y me pusieran en orden.
Algo en mi se rompió.
Estaba orgulloso de mi tarea, ¿cómo no estarlo? era a colores, era divertida y era distinta. Pero eso no era lo que buscaban, ella buscaba todo gris, todo derecho y perfecto, igual al resto.
“Ve cómo todos tus compañeros lo hicieron” me dijo. Ellos habían atendido las indicaciones de la maestra, yo atendí mi creatividad interna. Ellos habían visto para afuera y yo para adentro. Y al parecer, eso era equivocado. En casa me regaño mi papá, me dijo que debía seguir indicaciones y que esos colores llamativos no eran de niños.
Mi mamá fue más expresiva, me dijo que en la escuela había reglas y que tenia que seguirlas, pero que podría pintar fuera de ella. Me ayudo a rehacer mi tarea y quedo perfecta. Recuerdo el cuento que escribimos: de un niño que quería jugar libre y una bruja lo quería engañar y llevárselo, entonces su mamá lo defendía y juntos echaban a la bruja. Por un momento desee, que mi mamá echara a esa bruja también y yo pudiera jugar libre. Hoy me pregunto si lo hizo así a propósito.
Me felicitaron por mi tarea, pero el sello de “excelente” no me sabia a nada. No era la tarea que yo quería entregar, no me sentía excelente, sino mentiroso. Pero ese mentiroso se gano el sello. El apruebo. Ese fue el inicio de todo.
Fue la primera vez que me sentí avergonzado y confundido, fue la primera vez que el mundo me dijo: no seas tu y no te comportes como tu. No te diviertas, no corras bajo la lluvia, no escribas con colores, mantente dentro del margen y no habrá problemas. Eso hacen los niños buenos. Esos niños ganan estrellas en la frente, y el dulce más rico, y salir antes al recreo. Sé así, porque no hay otra forma de ser. Porque así deben ser las cosas. Porque tú eres muy chico para entender. Obedece.
No volví a usar esas plumas. No volví a bailar bajo la lluvia.
Siendo yo, era malo. Siendo lo que se me pedia, era bueno.
Con que dé eso se trataba esto. Ya veo.
💓💓💓te amo 💓💓💓
Hermoso, gracias 💓💯