Llegamos a Septiembre, se siente como una bocanada de aire fresco, como si respirará por primera vez en mucho tiempo, no se en cuanto la verdad.
Llegue a Septiembre, con menos gente, con menos estrés, con nuevos planes y con muchas nuevas versiones. Se siente como accidente, de pronto un pequeño paso en otra dirección y meses después ya estas por otro rumbo. Cuando menos lo esperas, ese paso que un día diste cambia todo lo que vives.
Septiembre es el mes nueve del año, el nueve es el número de los cierres. Los finales, los portales, los aprendizajes y el inicio de nuevas verdades.
Nunca me han aterrado los finales, he estado acostumbrado a ellos. Tampoco es que me gusten. Nunca estuve mucho tiempo en un mismo lugar, ni con la misma gente, ni haciendo lo mismo ni siendo él mismo. Hay quienes me dicen que es por Aries, otros por Man-gen, otros por ADHD y otros por rebelde, pero nunca he permanecido “estable”.
Mucho tiempo creí que la estabilidad era ser él mismo, vivir lo mismo, hacer lo mismo, tener raíces quietas y no moverlas. Y por mucho tiempo me juzgue a mí mismo por no tener nada de eso. Me juzgue por aburrirme rápido, por tener una curiosidad que no se apaga y un hambre de conocerme que no se marcha. Siempre me he sentido como el mundo, tanto por conocer y mi mayor miedo es no poderlo ver. O negarme a ver(me)
Tantas ciudades, personas, cielos, comidas, canciones. Siempre he querido conocer el mundo tanto como pueda. Y conocerme tanto como pueda. Que en mis viajes he aprendido a qué van de la mano. Cuando piso lugares nuevos piso lugares nuevos dentro de mí, y esos nuevos lugares en mí me agradan, los visito con frecuencia, crecen y me llevan a otros nuevos en un ciclo que me llena de vida.
Me desvíe, te decía que he estado acostumbrado a los finales, aunque no me encanten. Para mí, los finales significaban dolor, duda, perdida. Me acostumbre a que todo se acabará de ese modo, ¿acaso existe otro?
Descubrí que sí. Que el significado que yo tenia podía cambiarlo, y con el cambiaría muchas cosas de mi futuro. De eso se ha tratado mi Septiembre, de resignificar verdades. De esas que tienes tan fijas que ya ni las miras. Menos las cuestionas. Pero de pronto pesan, hacen ruido y te preguntas: ¿por que creo que esto es verdad? y escribes una nueva.
Ahora que en Agosto tuve tantos finales, me he dado permiso de cambiar mis verdades. De hacerlo de otra forma.
Tome la filosofía que aprendi de los ángeles y el nueve. Resiginifcar los finales que vivimos. Contarme una nueva historia.
Quizá los cierres son un aviso de un nuevo comienzo que aún no vemos. Quizá lo que nos incomoda y decidimos terminarlo es el impulso que requeriamos para cambiar de rumbo, a uno con mejor destino. Quizá las decisiones que tomamos y se sienten tan grandes, nos son finales, sino portales. Quizá nada ni nadie se va, solo ceden espacio algo más. Y nosotros le cedamos espacio a algo más para el de enfrente. Quizá.
Quizá nunca he sido instable, quizá mi definición de estabilidad no deba hacerle sentido a nadie, quizá es mía y solo mía. Mi estabilidad ha sido el cambio, y la persona que soy mientras paso de una vida a otra, ese espacio donde me vuelvo a conocer, donde conozco más personas, mas lugares y más verdades.
Nada me pertenece y yo no le pertenezco a nadie, ni a mis versiones del pasado ni a lo que un día jure seria eterno. Ni a las verdades que un día tuve ni a lo que siempre creí que supe.
Ayayay, llego Septiembre con sus nueves, y yo muero agradezco lo vivido, tomo lo aprendido, suelto lo pesado y me preparo para un nuevo comienzo, y en el proceso…me estoy volviendo a conocer. Y me encanta.
Espero que Septiembre sea un nueve hermoso para ti, que sepas resignificar los finales, que confíes en la magia de tus decisiones que se vuelven portales y te des permiso de habitarte en nuevas verdades.
Cambia lo que crees que es verdad y cambias tu realidad.
Te quiero dejar una canción que escuche mientras escribía esta carta.
-Love, Abner