¿Sientes la energía de nuevos comienzos en tu cuerpo? Y al mismo tiempo la confusión de no saber cómo, cuándo, qué, quién. Olas de optimismo y emoción me golpean.
Emoción de algo nuevo, de un nuevo mundo, de un nuevo yo, de nuevas coordenadas, nuevas formas, nuevas miradas, nuevas historias.
Y luego olas de confusión y resistencia. Confusión de no saber qué sigue, de no saber dónde poner el pie, de no saber a dónde me están llevando las decisiones que estoy tomando.
Olas de resistencia, una parte de mi cabeza que saca sus mejores armas para mantenerme en lo conocido:
“¿Y si todo sale mal?”
“¿Y si el universo no te atrapa?”
“¿Y si no viene nada mejor?”
“¿Y si se acaba el sueño y te toca vivir la vida real y de adulto?”
Me las conozco todas. Los modos que tiene para meterme miedo, para dudar, para no saltar, para regresar. Para reconstruir el cascaron de limitación que tanto me ha costado romper, pegar sus pedazos a cómo pueda y meterme ahí de nuevo.
Me rehuso como dijo el gran Danny Ocean. Me rehuso a regresar, me rehuso a tragarme esos cuentos, a montarme en ese barco y seguir esa corriente. Ya sé a dónde lleva.
He sentido esto antes, esta energía de transición, como si a punto de llegar tuvieras la oportunidad de regresar o llegar, cuando sientes que lo conocido te jala y lo nuevo te llama, y toca ser fuerte y lanzarte hacia adelante con más fuerza. Dónde toca agarrase de las ganas de cambio, de las ganas de más, de los sueños, de los planes, de los anhelos, del sabor de la vida por la que has caminado tanto.
Cómo cuando tenia 14 y buscaba salir de la depresión que me mataba, y la comodidad de mi tristeza me seducía.
Como cuando tenia 17 y el llamado del mundo de la sanación me llamaba, pero el mundo que vivía de alcohol y drama me seducía.
Como cuando tenia 18 y el llamado de seguir mis sueños me llamaba, pero vivir en casa de mis papás, mi enamoramiento tóxico y su telenovela me seducía.
Se requiere aferrarse al sueño para no ser seducido por la comodidad de lo conocido. Para irte de donde ya no estás. Para no rendirte antes de llegar, para dar ese ultimo empujón y la nueva puerta cruzar.
Irte es lo más difícil del mundo. Pero una vez que lo haces, se vuelve lo más fácil del mundo.
Creo que ahí esta la magia de las transiciones, donde tu mismo te pones a prueba para demostrarte que eres eso que dices querer ser, que tomas en serio tus sueños, que estas dispuesto a ir por ello, que te amas lo suficiente para darte esa vida, que crees en ti lo suficiente para apostar por ti y crearlo.
Cuando toca ser más listo y resiliente que la mente, y darle nueva evidencia y experiencia que creará nuevas creencias, mostrarle nuevos caminos que crearán caminos neuronales nuevos.
hack de neuroprogramación.*
Cuando toca serle infiel a las historias que te has contado y confirmado por años, a la versión de ti con la que te habían casado y todas las cosas que se sostenían de eso.
Crecer viene con muchos adiós. Y muchos holas.
Y la magia de las transiciones también me ha enseñado en que todo cabe, en que puedo voltear y agradecer sin volver, en que puedo honrar lo vivido sin desear regresar a lo mismo.
Ese espacio donde agradezco quién he sido, lo que hasta ahora he vivido, y con quienes lo he vivido y al mismo tiempo se, que existe mucho más y ya me esta llamando.
Desear e ir por más no excluye la gratitud por lo que ya es y ya fue. No te vuelve egoísta o ambicioso del mal modo. Se vuelve la tierra donde te paras para el siguiente capitulo.
Mi yo deprimido fue la tierra fértil de mí yo sanando. Y mi yo sanando fue la tierra fértil de mi yo fiestero y superficial, y ese fue la tierra de mi yo buscador de sus sueños y ese se ha vuelto la tierra donde estoy hoy. Un yo feliz, autentico y decidido. ¿De qué nuevo yo seré tierra fértil mañana? Muero por saberlo.
Amo quién he sido.
Amo quien soy hoy Y amo quien estoy por descubrir que soy.
Y estoy aprendiendo a amar el espacio entre estas dos.
Love, Abner
Me encantó!! Que bellas palabras!! Llegan a mi corazón!!
Y yo amo quien eres