Así como la luna esta semana, que con el eclipse culmina un ciclo, yo hago lo mismo.
Que no soy experto en astrología, tampoco en vivir, pero hago mis esfuerzos. No se mucho de las estrellas y la luna, solo que mueve mareas y temporadas. Siempre me sentí más cercano a la luna que al sol, más cercano a sus enigmas y preguntas, a sus fases tan cambiantes. Dicen mis amigas brujas que como es adentro es afuera, que la luna cambia y las mareas con ella, así como nosotros cambiamos, y la vida lo hace con nosotros.
Esta semana no fue especialmente increíble, pero estoy aprendiendo a que eso sea aceptable. A abrazar los días llenos de vida y energía, y los días donde me falta dopamina. Pero me da la impresión que ningún día malo es tan malo, solo es la perspectiva que le tenemos. Quizá por eso me identifico más con la luna y la noche, el sol y el día lo asociamos con hacer y movernos, la noche la asociamos con parar y descansar. En mi caso siempre ha sido al revés, que encuentro en las noches muchas posibilidades, desde escribir y meditar, hasta irme por unos mezcales y zapatear. Y esta semana no sentí que hubo sol, pero tampoco un vaso de mezcal, quizá solo un vaso vacío que no encontraba con qué llenar.
¿te sucedió?, ¿sentir ese vació incomodo que no sabes que hacerle?
Siempre me ha gustado eso de cuestionar, el no irme por la vía más obvia o transitada, no por afán de ir a la contraria, solo por curiosidad de ver si hay otra manera. Me senté con ese vaso vacío, qué ni mis cafés fríos llenaban, con la pregunta abierta: “y si esto no fuera lo que creo que es, ¿qué seria?”. Porque sentimos vacío o tristeza y de inmediato lo asociamos con algo malo, con castigo, con equivocado. Pero ¿si le diéramos la oportunidad de hablar? Así como a mí no me gusta que la gente asuma cosas de mi, que digan que soy esto o aquello, ¿por qué le haría eso a algo que esta dentro de mí?
Mejor escuchar(me) y no sacar conclusiones, abrir la conversación sin juicios, como nos hubiera gustado que hicieran con nosotros cuando niños.
Resulta que el vacío no era vacío tal cual, no era tristeza injustificada, era ahogo. Ahogo del traje que estaba sosteniendo y ya me quitaba el aire. Ahogo de habitar un espacio que ya se siente pequeño y cansancio de querer expandirlo cuando ya es imposible. La tristeza era justificada: el duelo de quien solía ser. Porque hasta hace poco creí saber con exactitud el plan, el abc, y resulta que no es así. Resulta que esa versión de mí hace rato no anda por aquí y el ultimo en enterarse fui yo, quizá por despistado, quizá por aferrado. Quizá porque por primera vez en mucho tiempo me sentía en espacio seguro y quise sostenerlo tanto como pudiera, pero en el afán de sostener lo conocido y lo antiguo, tuve que sostener un viejo yo. Quería sostener a una versión de mí que no volveré a ser. A una versión de mí que ya es fantasma, y resulta que los fantasmas me asustan un poco. Y mi casa se lleno de ellos.
Claro que me senté a escribir(me) al respecto, hice una lista de hecho, enliste las cosas que hoy ya se me hacen pesadas, tambien hice una lista de las cosas que hoy se sienten ligeras de tan solo imaginarlas. Las pesadas en algún momento no lo fueron, en algún momento fueron ligeras, fueron un sueño, otras un objetivo pero hoy ya no representan lo que soy. Y eso esta bien. Descansen en paz. Yo hago las paces, con que en esta vida morimos y revivimos muchas veces, porque lo que un día me daba vida hoy me la quita, y hoy hay cosas que me la dan y antes ni sabia que existían. Porque sigo conociéndome, sigo caminando en el camino de mi verdad, y por cada paso hacía adelante ya te alejaste de donde iniciaste, y de las paradas que has hecho, grandiosas paradas en el camino, como un viaje en carretera, pero sabes que no has llegado a tu destino, y que cuando llegues, abrá uno nuevo, porque esa es la vida, porque esa es la carretera, y no quiero perdérmela. Hay destinos a los que volveré, otros que de lejos estamos mejor y hay destinos que ya llaman el corazón. Porque que importante irnos de donde ya no estamos, soltar lo que ya pesa y avanzar hacia lo que llama, de otra forma ¿como llega lo que se anhela? Si no hay espacio ni brazos para recibirlo.
Así que descansa en paz, antiguo yo. Duele despedirnos, porque no solo te vas tu, sino todo lo que te hacia sentido y hoy estorba el camino. Pero es justo y necesario, porque nada es para siempre, ni siquiera quienes creamos ser, lo que creíamos creer o creiamos querer. Y si algo he aprendido es que ninguna perdida es perdida, ningún cierre es cierre, ningún vacío es vacío, porque Dios, la vida, es todo. Las perdidas se sanan y avanzan, los cierres abren comienzos y los vacíos se llenan de algo nuevo.
Descansa en paz, viejo yo, porque cuando fuimos, fuimos genuinos y completos, pero hoy, somos a medias, asi que mejor dejarnos ir, para descubrir… quien es este nuevo yo que se asoma y que ya tiene el auto encendido con la musica a tope, para seguir recorriendo la carretera…
¿que hay de ti?, ¿a quien se llevó el eclipse?, ¿a quien esta trayendo?, ¿que nuevas aventuras están llamando?
Love, Abner