Escribo desde París, hoy es mi cumpleaños 22. He tenido un día de lo más lindo: caminar por París, comer mucho pan delicioso, reír fuerte, mojarme con la lluvia, ver la torre encenderse en la noche y derramar lágrimas de gratitud
Y aunque todo el día he tenido el corazón expandido, en este instante, lo tengo contraído.
Hoy cumplo la edad que tenía mi hermana cuando se fue hace 8 años. Oficialmente ya no soy el hermano mejor y más nunca lo seré.
Miro su foto que empaque conmigo y pienso: “extraño no extrañarte todo el tiempo”
además de eso, hoy falleció la mamá de una amiga querida. Y en redes vi la publicación de una compañera de la escuela — no éramos cercanos — pero la conocí bien, a ella y su hermano menor, que acaba de fallecer. Un chico de 20 años que era un campeón de la bici en montaña y estaba logrando grandes cosas. Recuerdo a ese chiquillo esperándola fuera del salón, eran tan parecidos…
Hoy celebro mi vida, y a la vez mucha muerte ha rodeado el día. Y todo cabe y todo tiene voz. Mi voz que ríe fuerte, que dijo “gracias” cuando presenció la torre eiffel iluminarse y que llora de gratitud.
Y la otra, que canta “story of my life” para mi y para mi hermana, y que llora por el vacío que dejó y que se muy bien nadie llenará y está bien. Y por la mamá de mi amiga, que perdió su batalla, y el hermano de mi ex compañera de escuela, que murió haciendo lo que más amaba. Y por todos los que desearon más vida y no la obtuvieron. Por todos los que creyeron tener más tiempo. Por todos los que querían ser y ya no son acá. Por lo que nunca a ser y por todo lo que si lograron ser.
¿Cuánto debe durar una vida?, ¿existe tal cosa como un promedio?, ¿es válido que una vida dure solo 20 años?, ¿es ese tiempo suficiente?
Lloro y celebro a la vez tanto hoy:
a mi hermana, que me hace de alguna forma, extrañar desde todo lo que no alcanzamos a ser.
A mi amiga y su mamá, porque el amor de una madre jamás sucederá dos veces.
A mi ex compañera y su hermano, que nos enseña que 20 años también pueden ser una vida completa.
A mi, que para estar tan en la vida, he muerto muchas veces ya.
Supongo que la vida y la muerte vienen juntas. La muerte dándole vida a la vida. La vida dándole vida a la muerte. En un baile infinito del que somos caminantes eternos.
Solo quiero recordarme que nadie la tiene comprada. Que creer que llegaremos a mañana es nuestro delirio más grande. Que vivir como si tuviéramos una vida de repuesto no es vivir. Que huir de la muerte en vida es huir de la vida misma. Que la muerte está en cada esquina y no como amenaza, sino como una promesa.
Una inquebrantable. Una que te dice “yo acá estoy, un día te alcanzo tenlo por seguro, no lo dudes ni un segundo, así que haz lo mejor mientras sigues en este mundo”
Hoy celebro 22 años míos, que son 22 muertes también. De todos los que he sido y ya no seré. Y está bien.
y hoy celebro que he conocido la muerte tan de frente, pues me ha acercado a la vida. la muerte, que es mi recordatorio constante de vida. Que ironía.
Como dice una amiga en palabras más simples: “haz lo que te salga de ahí, que te vas a morir entiendes?”
Quizá morir es la parte fácil. Lo difícil es esto de vivir. Quiero creer que todos aquellos que se fueron es porque ya cumplieron con su difícil.
Amor y celebración a todas aquellas muertes que nos llenan de vida la vida.
—Abner