Feliz viernes, feliz fin de semana, feliz casi fin de mes. Se fue la primera mitad del año, y con ella se fueron muchas cosas. Con ella una versión de mí, con ella se fueron personas, se fueron lugares, se fueron exigencias, se fueron miedos, se fueron dudas. Con una mitad se fue un completo yo.
Esta bien, era necesario. Yo pedí por algo nuevo, y tengo claridad que antes de tener algo nuevo, se tiene que ser alguien nuevo. Y agradezco que el proceso fue gradual, no fue de la noche a la mañana, fue sin casi darme cuenta, los cambios y re-direccionamientos llegaron sin aviso, sin ruido, se fueron mezclando, como gotas de pintura en el agua, al inicio imperceptible, y luego lo tiñen todo.
Me impresiona lo que sucede en seis meses. En enero estaba en burnout total, sin dopamina en el cerebro y queriendo tomar siestas de horas. En febrero en Madrid, desconectándome para conectar, celebrando un sueño cumplido, el pisar tierras europeas, confundido en lo laboral, pensando si quizás, era tiempo de dedicarme a algo más. En Marzo cumplí años y anduve en Cancún y Oaxaca, me fui al mar porque quería sanar y me da la impresión que el agua cura. Pise el Caribe que se siente como mi hogar, ahí crecí, sus aguas azules y aire húmedo me abraza, me hace sentir en casa. Me fui a donde se sentía como casa y suelo, cuando no encontraba el mío. Mayo fue cabrón y lindo, como la vida misma. Me rompió, fue huracán, que al inicio pensé en en rendirme, luego vi que las tormentas no son malas, limpian las aguas.
Me rompí, en muchos pedazos. Yo mismo rompí las cosas que ya eran frágiles y me esforzaba por mantenerlas unidas. Rompí mis expectativas, rompí mis miedos, rompí mis quejas, rompí ideales, rompí perfeccionismos, rompí cajas, rompí cadenas. Suena lindo, no lo fue. Cuando has vivido tanto tiempo con cadenas, quitártelas te asusta, porque no has probado ese nivel de libertad.
Pero me atreví.
Me atreví a saborear lo que era andar sin controlar, andar sin poner expectativas sobre mí, andar sin ponerme un reloj encima que me hace sentir que voy tarde en la vida, andar sin alimentar miedos que solo vivían en mi cabeza, andar sin querer ser perfecto y hacerlo perfecto. Andar a corazón abierto. Porque entendí que en este afán de sanar y ser “tu mejor versión” seguimos levantando mascarás, ausentándonos de lo humano.
Me dio libertad entender, que mi mejor versión era ser yo. Ni más ni menos. Que ese será siempre el privilegio de una vida: ser quien eres. Y amarte tal cual.
Con el espacio de cambiar, transformar y resignificar, pero nunca por un perfeccionismo alcanzar. De eso no se trata. Y qué paz.
También ha sido duro, cuando estas caminando a lo nuevo y ves lo viejo esfumarse frente a ti. Los duelos que trae escribir nuestro destino.
Y me di permiso de no sentir culpa de decir adiós, de decir “no”, me sacudí la culpa de no querer sostener viejas formas de vida solo por conocidas o antigüedad, me di permiso de serle infiel a mi pasado, a lo que creí que seria mi futuro, a lo que dije que seria para siempre y con el tiempo, pesaba en el presente. Porque al pasado no se le debe nada, más que honrarlo y seguir caminando.
No tiene sentido serle fiel a algo que ya no esta. Donde ya no estás.
Hoy junio, estoy feliz. Creo que más que nunca. He estado haciendo de la gratitud un habito. Y empecé por agradecerle a la mitad del año y todo lo que paso, que sin duda me ha estado formando para vivir lo que sueño en el corazón, hoy veo que nada es en vano, todo lo que pasa, si eliges verlo así, te da exactamente lo que necesitas para ir a lo que sueñas.
Agradezco que estoy en donde soné por años, y agradezco que en el corazón se, que la vida solo se pondrá mejor y mejor.
Lo que te rompe, te enseña donde no eres libre. Lo que te asusta, te enseña donde te sientes pequeño y toca expandirse. Lo que te frustra, te enseña donde no eres compasivo. Lo que te inspira, te enseña de la vida. Lo que te llena, te enseña tu camino. Lo que amas, te enseña de tu alma.
Estoy entre mundos. En un espacio bastante mágico, donde mi mundo externo comienza a reflejar todo lo que ha pasado en mi mundo interno. Estoy re-escribiendome, nunca lo pensé así, yo juraba que tenia muy definido quién era. Hoy veo que no, o quizá sí lo tenia, pero la definición ya asfixiaba. Le asfixiaba al alma, que siempre te muestra tu esencia.
Una de mis etimologías inventadas:
resistir + esencia = resistencia.
Supongo que, esta mitad del año debía de romperme para re-escribirme. Se sabe que una mariposa sangra un poco al salir del capullo…
Hoy es viernes, veré a una de mis personas favoritas, y tomaré una cerveza, y reiré a carcajadas y daré las gracias. Porque me rompí y me reconstruí, porque me enferme y me sane, porque me perdí y volví a mi camino, porque perdí el suelo y eso me llevo a uno nuevo.
Un brindis por las veces que la vida nos rompe, solo para darnos cuenta, que nos dio lo que pediamos: la oportunidad de algo diferente.
Love, Abner
PS. he estado viendo el 999, en numerología es el numero de los cierres que se vuelven comienzos, el pasar a un nuevo capitulo… que paz.